martes, 22 de mayo de 2012

NO ME GUSTA




No me gustan el sol ni la noche. Ni la luz ni la oscuridad. No me gustan los sátrapas ni los déspotas inspirados en La Reina de Corazones y su ejército de Naipes marcados. Ni los mediocres, que no son escalas de colores sino gente sin lienzo ni pincel. Tampoco Brutos ni Iscariotes. Y no sigo que me quedo tan solo que le llamo Viernes al primero que pase. No me gusta caer mal, pero es lo que hay a mis 44.
No me gusta que tengamos el paro de Letonia por una pompa de jamones en el mobiliario. No me gusta que me regalen trajes ni citarme en gasolineras. No me gusta el bipartidismo y voto siempre perdedor. Ni gritar organización cuando se enciende el interruptor. No me gustan los videojuegos con PEGI 18. ¿Por qué lo llaman madurez cuando quieren decir casquería? No me gusta la leche. Ni sus derivados salvo la mala. No me gusta la rúcula y sí la brújula para perder lo menos posible el norte. Que soy dado y nunca me sale el seis.

No me gusta ‘Rocky’, pero sí Stallone, sobre todo en ‘Cobra’. No me gustan las montañas rusas, que no son campesinas de koljós sino líneas directas aseguradoras de un vómito como cuando fuimos los mejores. No me gusta que el periodismo sea una cuadrilla de extinción de su propio incendio. Ni que se cierre más que abrir. No me gusta que por Tintín no pasen los años. Ahora sería un Tontón adorable. Ni que Waterloo sea solo una canción de Abba para muchos ‘ciudadaños’.  No me gusta que haya pocas marcas de cerveza en los garitos y demasiadas en el Eroski. No me gusta comer frío, sushi ni sashimi, aunque son perfectos para servir platos de venganza. No me gustan los chalés, sobre todo porque no soy subastero ni caja de impagos. No me gusta atender las peticiones musicales cuando hago de DJ. Para eso soy el Don Juan del altar en la sala. 

No me gusta El Tío la Vara, pero sí el Josebas y el Borja de ‘Qué vida más triste’. No me gusta Megan Fox y ahora va y suena el ‘Mentiroso, mentiroso’ de Iván Ferreiro. No me gusta ya ir en moto porque estoy en números rojos de tanto caerme más de la cuenta. No me gusta que sigamos sin tener idea de inglés, normal con la pasta que nos levantó Opening para luego cerrar sin preaviso, o que el Profesor Maurer nos suene a alemán en 1.000 exabruptos. Pero sí que tecleemos correctamente Twitter, Facebook y LinkedIn en Google y recomendemos el Whatsapp por escrito con el fin de que sea el último SMS de nuestras vidas. No me gusta seguir esas cuentas oficiales de tuits que llevan el visto bueno dentro de un círculo azul claro. Me generan ingresos de desconfianza. No me gusta trabajar, pero tengo hasta cinco obligaciones para el sudor de mis neuronas. Y subiendo.

No me gusta conducir y manejo precisamente ese coche. No me gustan los gatos, pero lo que no tengo es perro y sí arañazos. No me gusta ganar pero es cierto que tres años ya perdiendo son 1.000 días y un pico. No me gusta hablar por los codos y resulta que soy comentarista. No me gusta apostar pero gané una Combinada Hípica y un reintegro del Gordo de la Primitiva, que no es el marido de la portera. Y me tocó una vez al 25 en la ruleta. No en el casino de Montecarlo sino en el de la rima y soniquete de almena. No me gusta escribir y me han ofrecido ‘juntaletrear’ hasta tres libros por año. Empresa que no quiero emprender ni emprenderé porque ‘entrepreneur’ me suena a pensar con la entrepierna. No me gustan los PPT y menos cuando los llaman las PPT. De los Excel ya ni hablo porque me mandan a una celda. No me gustan los Geyperman ¡de Bizak! Y no por la barba rala. Porque eran demasiado altos, más que los Madelman que aún conservo en perfecto estado de revista. Y prefería los Ayrgam Boys antes que a los Clicks. Todo un visionario pre digital. 

No me gusta leer mal escrito Spiderman, pues es Spider-Man, y que La Patrulla-X no sea porno dominante. Tampoco que lo llevemos clarinete en el desarrollo de unidades del Orgasmatrón de Woody Allen. No me gusta el nudismo, aunque imagino cientos de excepciones. No me gusta que siga sin robarse la fórmula de la Coca Cola, menos todavía la de la Burger Cangreburger. Tampoco haber leído más a la Generación Beat que a la del 27, que no es un autobús. No me gusta la cabra de la Legión ni el perejil. No me gusta el uniforme azul marino de los nordistas, pero sí que tomaran Richmond a los sudistas. Tampoco que se perdiera La batalla del Ebro.
No me gusta la clase dirigente, que necesita detergente y les deseo lo indigente. Como tampoco los bancos que no son para sentarse. Y menos las primas millonarias salvo si son las que aún debo tener por Valencia. No me gusta que en los dioramas de maquetas se despeguen con el  tiempo los soldados. Sobre todo si son rusos camino de Berlín. No me gusta que sepamos más de los apaches que de los iberos, ni que los hoteles cobren la hora de WIFI a precio de trufa. No me gusta volar en aviones porque hay salvavidas y tampoco navegar en cruceros porque hay botes paracaídas de capitanes. No me gusta ya la Ibiza del Pachá, Amnesia o Privilege. La cambié por la del ‘bullit de peix’, un blanco del Penedés y la base rítmica del rumor de las olas. 

No me gusta lo que componen las gemelas Nervo pero sí cómo suenan las Breeders. No me gusta la música de Fitipaldis. En cambio, me creo las letras de Fito. No me gustan Queen ni Dire Straits. Es más, no hablo con gente a la que sí. No me gustan los Gallagher sin Oasis, y hasta Blur, chincha rabiña. No me gusta bailar porque Liam no lo hace y porque no sé. Como tampoco saben las chicas del Cancán o Demi Moore en ‘Striptease’. No me gustan los musicales, y sí las óperas-rock como ‘Tommy’, pero menos aún el anuncio en Spotify de El Rey León. Por eso me paso a Grooveshark. No me gustan las drogas. Por eso soy dromedario de endorfinas, endógenas, ergo saludables amén de gratis, ‘keyword’ que indexa en buscadores como un cañón sin ser colorado. Y no me gusta saber que no llegaré a la edad que aparento.

1 comentario:

  1. Interesante lista, aunque el papel de Stallone en 'Cobra' de nunca me acabara de convencer.

    ResponderEliminar