jueves, 26 de abril de 2012

LA MADRE DE TODAS LAS COMPOSICIONES




"See the stone set in your eyes. See the thorn twist in your side. I wait for you." Así comienza una de las mejores baladas que ha dado la música en los últimos 25 años, seguramente en vez de leer la letra la hayas cantado, porque efectivamente se trata de "With or without you" de U2. Compuesta en la segunda mitad de la década los 80, y producida por Brian Eno, es uno de los temas más conocidos de la prolífica banda de Dublín.

"Said, said. Said I remember when we used to sit." Es el comienzo de "No woman, no cry", una delicia sonora compuesta por Bob Marley unos veinte años antes que el tema de los irlandeses.

¿De qué va todo esto? Pues en parte va de música barroca, esa música que fue compuesta cientos de años antes de que un tal John Lennon conociera a un tal Paul McCartney, bastante antes de que naciera el que es considerado el autor más grande de todos los tiempos, Wolfgang Amadeus Mozart, quien nació en 1752, dos años después de la muerte de la máxima expresión de la música barroca y que significó el final de la misma, Johann Sebastian Bach, nacido en 1685, cien años después del nacimiento de este género pero exactamente en el mismo año en que se compone la pieza que nos conecta con el principio de todo este embrollo de autores, fechas y estribillos; la pieza que nos conecta con "With or without you”. En 1685 Johann Pachelbel compone la madre de todas las composiciones, "Canon y Giga en Re mayor para tres violines y bajo continuo." Mejor conocido como "Elcanondepachelbel". Todo junto.

Asombra la cantidad de canciones contemporáneas que comparten armonía con esta pieza del barroco. Desgraciadamente no tengo conocimiento de ningún tipo de lenguaje musical con el que pueda avalar esta afirmación, únicamente podría seguir citando canciones, fechas y unir una composición con otra para intentar confirmarlo, pero es más efectivo que veáis el siguiente vídeo y acto seguido escuchéis la madre de todas las composiciones.


                                         "68 songs in 2 minutes"

                                          "El canon de Pachelbel"

miércoles, 25 de abril de 2012

UN PASO ADELANTE




Comienzo esta andadura en este proyecto hablando, como no podía ser de otra manera, de una de mis pasiones, como es el fútbol histórico. Uno de mis libros favoritos sobre el tema es la obra de David Brooks "The All Time World Cup".  Trata, como más o menos podríais suponer, sobre una hipotética competición en la que los 16 mejores países de la historia de la Copa del Mundo compiten en una copa definitiva con equipos compuestos por sus mejores jugadores en los más de 150 años que llevamos de fútbol. El libro es tremendamente entretenido y recomendable, pero ya tiene unos añitos y eso afecta a la vigencia de ciertos equipos. Huelga decir que el país más perjudicado no es otro que España, quien pasa por su mejor época en la actualidad, lo que impide que muchos de nuestros mejores jugadores aparezcan en esa "All Time Spain" que compite en el Campeonato montado por el señor Brooks.

Lo cierto es que, a pesar de que la España de Brooks es un buen equipo, con algunos jugadores de nivel ciertamente legendario, le falta algo. Fondo de armario y tres o cuatro jugadores de altísimo nivel que les hagan ponerse en el nivel de competitividad de equipos como Brasil, Alemania o Argentina, que cuentan con auténticas despensas de superclases. Falta dar ese paso adelante que, jugadores del equipo actual aportarían.

Y lo veo así ya no por lo que puedan aportar piezas claves del equipo 2008-12 a un combinado con los mejores de la historia de España, sino porque se aportaría una filosofía de juego que ya parece plenamente asentada, y que permitiría afrontar con argumentos sólidos y en los que creer sean cuales sean las circunstancias ante equipos con las cosas muy claras históricamente como Brasil, Italia o Alemania.
Así que, procedamos a armar este equipo que, sin duda alguna, podría plantar cara a cualquiera y haría las delicias de todos los aficionados a lo largo de la piel de toro. Ejercer de seleccionador histórico no es fácil pero a ello me he metido. No sin polémicas, me lo huelo (¡cómo no!).

La portería sería sin duda uno de los puestos mejor cubiertos en este equipo. El número 1 lo tendría el hombre que levantó la Eurocopa y la Copa del Mundo: Iker Casillas, un hombre que, apenas llegado a la treintena, sigue haciendo historia en el fútbol mundial. Ya ganó todo lo que se puede ganar y nos ha dejado paradas absolutamente increíbles. Qué duda cabe que sería un salto de calidad brutal para All Time Spain. Lo más impresionante de este puesto en el equipo español es que su suplente no es otro que Ricardo Zamora, el portero más famoso del mundo durante el período de entreguerras, del que se decía que sólo había dos verdaderos porteros: San Pedro en el cielo y Zamora en la Tierra. Tal era su fama que cuando la II República española fue proclamada y se anunció que Niceto Alcalá Zamora era su cabeza visible, Stalin aseveró “Buen portero”. El mejor guardameta de la Copa del Mundo del 34, el hombre al que por marcarle un gol regalaban chalets en Sudamérica. Sobran las palabras. Un grande.

Como no hay dos sin tres, la tercera pata del banco de la portería española es Luis Miguel Arconada, un mito injustamente recordado por un desgraciado error en la final de una Eurocopa a la que España llegó, mayormente, por su increíble actuación durante todo el torneo. Se merecía la convocatoria.
La defensa ha dado problemas para su confección, pero la categoría de sus componentes está fuera de toda duda. La pareja de centrales titular combina jerarquía, capacidad de mando, marcaje individual y desplazamiento en largo. Fernando Hierro y Carles Puyol son los designados para marcar a los más grandes delanteros de todos los tiempos. El carácter de ambos es a prueba de bombas y su sombra, la más alargada en las defensas de los mejores equipos del país. Hierro, además, puede ocupar un puesto en el centro del campo como ya hizo en gran parte de su carrera. Y su presencia reforzaría sobremanera a la talentosa zona ancha española.

Por si fueran poco estos dos fenómenos, sus sustitutos son la pareja más legendaria y compenetrada de la historia del fútbol español: Ciriaco Errasti y Jacinto Quincoces: los compañeros inseparables de Zamora, los mejores zagueros del Mundial del 34, el terror de los campos españoles durante los años 30 y el cemento de uno de los mejores combinados nacionales de la historia del país. Fortísimos y agresivos, son los perros de presa ideales para ciertos partidos. Merecidísima convocatoria.

Los laterales han sido el punto débil de este equipo, así que optamos por la polivalencia. Juan Segarra en la derecha. Legendario lateral y centrocampista del "Barça de las 5 Copas", y merecido homenaje a un gran equipo parcialmente olvidado incluso por su propia afición. Un portento físico, con clase para jugar la bola. En la izquierda, contamos con tres hombres: Jose Antonio Camacho, representante de la Furia, un jugador capaz de jugar en las cuatro posiciones de la defensa, y capaz de doblar a cualquiera de sus compañeros. Marcador implacable de los mejores jugadores del mundo. Además de Camacho, contamos con dos carrileros larguísimos en las figuras de Sergi Barjuan (una locomotora por la banda que vivió su mejor momento con Javier Clemente en los 90) y Rafa Gordillo (talento puro en la banda, capaz de jugar a cualquier altura, sea en la defensa o en el medio). Por condiciones, y dependiendo de quién jugase por delante, el de Almendralejo debería ser titular del equipo.

En el centro del campo, las variantes se disparan. Es una zona en la que España siempre ha destilado talento, y elegir una rotación en la parcela ancha ha sido realmente duro.
En la posición de ancla daremos la titularidad a Pep Guardiola, paradigma del mediocentro moderno que ha impuesto su criterio en el fútbol español. Competente sin la pelota en los pies, no renuncia a luchar y además es uno de esos trash talker que necesitan todos los equipos. Y España va bien servida de ellos. Con la pelota en los pies es el engranaje perfecto para la transición defensa-ataque. Su reserva es un héroe de Brasil 50, Antonio Puchades, que era un adelantado a su tiempo, por físico y por calidad técnica. Alto, siempre con la cabeza levantada, y con una larga experiencia en la élite, el valenciano es el complemento perfecto para el resto de centrocampistas españoles.


Junto a Guardiola y Puchades, nuestros volantes serán tres hombres que hicieron historia con su manera de manejar el mediocampo. Luis Suárez, el mejor jugador de la historia del fútbol español, el único Balón de Oro nacido en territorio español, un hombre que sentó cátedra en España, recordado como uno de los más grandes en Italia, jugador clave del gran Inter de Helenio Herrera y ganador de todo lo ganable siendo el mejor jugador en casi todos los torneos en los que paseó su categoría (Eurocopa, Serie A, Copa de Europa, etc…). El hombre destinado a manejar el juego de España, con un abrumador rango de pase tanto en largo como en corto. A su lado, podemos optar por Xavi Hernández, ideal para controlar y redistribuir el juego del conjunto. Con una capacidad de pase en corto aún más tremenda que la del gallego, el jugador de Terrassa es un segundo de a bordo ideal para el líder Suárez. Xavi es, problablemente, el tornillo o la tuerca más lujosa del mundo. El tercer hombre de esta rotación es el genio del ataque español, Andrés Iniesta, mezcla perfecta de sus compañeros en el centro del campo, lo cual es algo bastante cercano a la piedra filosofal para jugar de volante. Al menos para el estilo que pretende imponer esta selección española.

Para las bandas contamos con tres jugadores que abarcan todos los registros pegados a la cal, y así como por el centro tenemos claro sabor barcelonista, en los extremos España huele a Real Madrid. La velocidad supersónica la pone el mejor extremo zurdo de todos los tiempos, ganador de 6 Copas de Europa y enlance entre dos de los equipos más brillantes del fútbol español (Madrid de Di Stefano y Madrid ye-ye): Paco Gento. El desborde por técnica en ambas bandas lo pone Amancio Amaro, o galego bruxo, estandarte madridista durante más de 10 años, un jugador que fue top3 europeo varios años y convocado para el XI FIFA cuando eso todavía significaba algo. El centro medido desde la banda es cosa de Míchel, complemento perfecto y amigo ideal de todos los nueves rematadores del mundo. Talento en estado puro, aunque quizá algo indolente. Su segunda mitad de los años 80 es una de las épocas más gloriosas del fútbol español.

Por último, para rematar la faena de esta pléyade de estrellas, nuestros 4 delanteros mezclan todos los estilos y permiten multitud de variantes. Raúl y David Villa, los dos goleadores históricos de la Selección son nuestra pareja inicial. El madrileño fue durante su mejor época uno de los más temidos atacantes del mundo y, sin duda, uno de esos jugadores que no entendían el fútbol, sino que lo sentían. David Villa es el estilete de la era más importante de la Selección. Toda la suerte que le faltó a su compañero de ataque, la tuvo él en los grandes torneos. Máximo goleador de la Eurocopa y el Mundial ganados por España en el último lustro. Innegable su convocatoria, merecida su titularidad.

Nuestra pareja reserva se rige por una vieja ley del fútbol, aquella que dice que el ataque ideal es el formado por un hombre bajo y un hombre alto. Nuestro hombre bajo creció hasta cotas de gigante durante la Copa del Mundo de Mexico en 1986. Sus 5 goles y su demostración de fútbol fueron increíbles. Cuando Emilio Butragueño se paraba dentro del área, la magia se hacía presente. Compañero inseparable de Míchel, su pareja dio gloria al Real Madrid en los 80, y tuvieron destacadas actuaciones con el equipo nacional. El hombre alto, es el máximo goleador de la historia del fútbol español, Telmo Zarra, el tanque de nuestro equipo, la mejor cabeza de Europa junto a la de Churchill se decía… No tendrá el apoyo de sus legendarios compañeros del Athletic, pero su sociedad con los centros de Míchel puede dar réditos ante rivales de todo el mundo.

Con las nuevas incorporaciones, sin duda el equipo español tiene ahora la capacidad para medirse de tú a tú a las mejores selecciones históricas del mundo, aunque como en todas las convocatorias, seguro que habrá discusión sobre quién falta o por qué está tal o cual patán en el equipo, así que dejemos que el debate comience…

martes, 24 de abril de 2012

UN DISPARATE




“Cae de rodillas, entierra la cabeza entre sus manos. La cámara, lentamente, retrocede y asciende hasta un ángulo alto desvelando lo que Taylor acaba de encontrar. Semi enterrada en la arena, y peinada por las olas está la estatua de Fabra”.

Final libre de “El Planeta de los Simios”.

Érase una vez un país en el que ciertos gestores públicos se construían estatuas millonarias a las puertas de aeropuertos sin aviones; o ciudades de la “cultura”; o fastuosos retratos. Un país de megalómanos e intentos de Maquiavelos, en el que la corrupción campaba a sus anchas, a poder ser en traje.

En ese país el Gobierno adelantaba su política si ibas disfrazado de diplomático extranjero en lugar de ciudadano; se sucedían recortes y más recortes; electorado incrédulo ante el otro gobierno de los mercados. Y si hubiese preguntas sobre el porqué de los mismos se salía por la puerta de atrás del Congreso.

Un país de nuevas divinidades foráneas como Standard & Poor’s o Moody’s, y de una prima de riesgo “de huesos anchos” o “constitución fuerte” que devoraba puntos a la misma velocidad que Eurovisión se los quitaba –Un besito a Andorra-. Un país de “ejecuciones hipotecarias”, “crecimiento negativo”, “ajustes” y una plétora de eufemismos y maquillajes lingüísticos. Y de descréditos más que créditos, sobre todo bancarios.

En ese país la cultura se comenzó a reducir a mercancía, casi exterminada entre tronistas e histéricas tertulias. Allí, la plaza, la calle, se convirtió en el único espacio en el que el ciudadano se libraba del agobio de las urnas y los mentados mercados, pero en más ocasiones de las deseadas, se exhibía en ella, casi obscenamente, el poder del llamado orden público. Ah, y la “resistencia pasiva” era delito.

Los líderes de ese país expresaban, pávidos ellos, la alerta por “la mala imagen” en el exterior entre otros homólogos europeos quienes, a su vez, le culpaban de la mala situación económica de la comunidad, o le comparaban con Grecia. Tanto monta, “Monti” tanto.

Había en ese país injerencias internacionales y los dirigentes decían que también había “violencia estructural”. Porque en ese lugar las mujeres tenían que ser mujeres auténticas. Que sí hombre, que no estaba bien que éstas fueran por ahí incompletas.

También había políticos que decían y desdecían, independientemente de su color. Y no había alternativas reales a esos colores. Se presumía de democracia madura pero había más de cinco millones de parados. También había enconadas persecuciones judiciales, quedando exentos los defraudadores, en muchos casos. Y por último, había ciudadanos desencantados ideológica y políticamente, sobreviviendo, haciendo malabarismos a final de mes.

Érase una vez, en definitiva, un disparate de país.-Incluya aquí su escena a elegir de la monarquía: 1) Elefante 2) Cosicas de niños -. O como diría Borges, a sus habitantes, más veces de lo deseado, “no les unía el amor, sino el espanto”. 

lunes, 23 de abril de 2012

ALMA CANINA




El pasado domingo 25 de marzo se celebró en mi pueblo, Padrón, una manifestación canina, convocada a la vez en más de 30 ciudades de toda España. Todo el mundo estaba invitado a participar acompañado de su mascota. Fue una mañana soleada y se dio un bonito paseo, se colocaron pañoletas conmemorativas del evento a los canes y se leyó un manifiesto para finalizar el acto. Y el contenido de ese manifiesto no era otro que denunciar la situación que estos animales sufren cada año y pasa desapercibida para tantos. Hacía sólo dos semanas se había asesinado vilmente a "Alma", un precioso pastor alemán de dos años de edad que entre otras cosas colaboraba en terapias con niños autistas y con personas con Alzheimer, y se había intentado envenenar a "Simba", un labrador marrón, que ha corrido mejor suerte que su compañera de juegos. El origen del crimen no era otro que una disputa entre algunos vecinos y los dueños de los perros, los frailes del Convento de Herbón. Disputa que nada tenía que ver con estos perros que, inocentes y ajenos a toda polémica, se limitaban a disfrutar y a cuidar de aquellos que más lo necesitaban.

No es el único caso, ni muchísimo menos. Hace pocos días leía en Twitter el caso de "Goliath", un perro de Portugalete que había sido víctima de tortura, lesiones craneales graves y el intento de enterrarlo vivo, cuyo dueño está hoy en libertad. O los más que conocidos casos que suceden cada año al finalizar la época de caza, en la que los propios cazadores abandonan en el monte a los perros que semanas antes usaban para su propia diversión. Problemas que todos sabemos que están ahí, autoridades competentes incluidas, y por los que nadie mueve un dedo para aportar solución. 

Estos son sólo unos ejemplos de cómo pinta la cosa por aquí. Actos cobardes y miserables que suceden cada día en nuestro país sin que lleguemos a preocuparnos, y es que nuestro desprecio hacia la vida animal roza la grosería. Nos llenamos la boca con nuestros derechos, derechos humanos, los derechos de los trabajadores, nos manifestamos para exigir que los mismos no sean recortados, y asistimos impávidos a la cercenación de esos derechos en seres que comparten con nosotros el planeta y cuya aportación a la sociedad suele ser por lo general mucho mayor que la de las personas que los atacan. Y es que librarse de un perro sale prácticamente gratis. Las leyes y el sistema amparan a quien realiza este tipo de actos, con una relajación en las penas y en la investigación de estos delitos, que ni siquiera son tales, sino simples faltas, cuando el valor del animal no excede de 400 euros o no se le provocan excesivos sufrimientos.

En estos tiempos en que la palabra crisis no hace más que llenar la boca de políticos y periodistas hay momentos en los que no nos paramos a darnos cuenta de que la crisis no solo es económica, sino de valores, y que ningún pueblo puede vivir con dignidad permitiendo actos atroces aunque el crecimiento de su PIB se dispare o el déficit sea del 0.5%.

Como sociedad deberíamos replantearnos nuestra convivencia, entre nosotros mismos, con el medio y con el resto de seres con los que lo compartimos. Y es que no deberíamos seguir viendo en el periódico la impunidad de gente que mata a seres inocentes como "Alma", a la que desde aquí envío este pequeño homenaje, esté donde esté. Con la intención de que su muerte no haya sido en vano, que su huella haya calado hondo y que sea una gota más de las que ayuden a desbordar el vaso de la indiferencia.

sábado, 21 de abril de 2012

ESTÁS COMO UN QUESO




Muchas mujeres hemos pensado que un hombre ‘está como un queso’ al verlo pasar ante nuestros ojos, pero a veces la vista nos engaña. ¿Realmente lo está o sólo lo parece? ¿Qué me encontraré al abrir su interior? ¿Y en su cama? ¿Es el tipo de queso que conviene a mi selecto paladar?
Respondamos esas preguntas clasificándolas por tipos, y descubramos qué se esconde tras ese ‘supuesto titán’ que se cruzó en nuestras vidas.

QUESO CABRALES:
Esos tipos que vienen del trabajo (o del bar) y lo primero que dicen al llegar a casa es ¡Manuela ya estoy aquí! Rápidamente tú le sirves la comida y en vez de un “gracias” y una sonrisa recibes un “está frío”. Suele alimentar a sus perros a base de palomos tirándoselos al vuelo y poco falta para que no coman con él sentados en su regazo… un espectáculo dantesco, sí.
Pero… ¿Qué pasa cuando llega la hora de ir a la cama y cumplir con su obligación? No esperéis una previa romántica, tampoco movimientos certeros que te dejen los ojos en blanco. Sus técnicas pasan por echarse encima de ti y empujar hasta que ÉL acabe o ponerte a cuatro patas y empujar hasta que ÉL acabe. Y a ti que te den, con suerte te habrá dado tiempo a imaginarte a tu Brad Pitt de turno durante dos larguísimos minutos. Queda aguantar el humo del tabaco en tu cara, que te ponga el culo y hasta mañana.

QUESITO:
No os dejéis engañar por su tamaño… ese hermano pequeño de tu mejor amiga que acaba de cumplir los 18 y que empiezas a ver con otros ojos mientras tú vuelves a la adolescencia como una idiota.
Se te traba la lengua cada vez que cruzas palabra con él y piensas… ¿Qué me pasa? ¿Estoy tonta? Aterrizaaaa… que si quiero lo tengo comiendo de mi mano… Lo peor es que esa idea me está empezando a gustar, es más, me gusta muchísimo.
Nota mental: Intentar acabar cada noche de sábado durmiendo en casa de mi mejor amiga, cerca de él y así aumentar las posibilidades.

QUESO TETA:
Su físico es sugerente a primera vista pero… ¿Qué pasa cuando lo abres y pruebas el interior? Sí amigas, ahí es cuando aparece su “santa” madre, ¡tú suegra! Esa señora que siempre cocinará para él mejor que tú y trae consigo un vicks vaporub y las sábanas de franela. ¿Y en qué posición te deja eso a ti? Como máximo aspiras al segundo lugar porque puede que compitas con hermanas, abuelas, tías y hasta con alguna vecina.
Después de recibir los regalitos de la suegra y de aguantar con sonrisa postiza, él quiere sexo, SEXO. ¿Estamos locos o qué? Y es ahí cuando ocurre, en pleno acto: las imágenes de su mamá no se te van de la cabeza diciendo: cerrar las ventanas cuando os vayáis, para limpiar utiliza esto, guarda los zapatos siempre en la caja. ¿Perdona? Vete de mi casa, de mi cama y de mi cabeza.

QUESO ROQUEFORT:
Se huele de lejos, estos tíos son el típico gañán que tiene sus cuatro frases estudiadas delante del espejo. Lo que no sabe este gracioso es que nunca hay que subestimar el poder de una mujer, ya que conocemos el juego antes de haberlo jugado. De ahí que este queso cuando lo calientas va perdiendo su esencia. Aquí la que tiene dominada la situación soy yo, y acabará acompañándome a casa, pagándome el taxi y en el momento que se acerque a darme su besito de buenas noches… ¡ZAS! Le cerraré la puerta del coche en las narices. Puro instinto de supervivencia femenino, era o él o yo.

QUESO EN POLVO:
Como su propio nombre indica, un “polvazo”. Ese amigo fiel que te salva de cada lío en que te metes y se hace pasar por tu novio cuando hay algún pesado molestándote en la discoteca. Es el número uno en la marcación rápida del móvil, tu llamada de emergencia particular. Para ti es el amigo con derechos que te lo da todo porque lo siente todo por ti pero tú no lo podrás ver nunca como algo más. Aunque creas que es la mejor opción siempre lo seguirás viendo como eso, el amigo para todo. Lo peor de la historia es que en la cama con él disfrutas y mucho, el colega es una máquina y conoce todos tus puntos débiles. Tú te paras y vives ese momento con él y… ¡Hasta la siguiente emergencia, mon amie!

QUESO CHEDDAR:
Sábado por la noche, tú te pones mona, te maquillas y sales. Es en la discoteca donde llega a tu vida el pesado de turno, ese que cuenta a sus víctimas la misma historia de siempre, ese que no se despega de su presa ni un solo segundo. Es el típico tonto del grupo que no liga ni pagando y al que usan sus colegas para llamar tu atención. Y ahora te toca quedarte con él aguantando sus cuentos porque se te ha acoplado. Claro que estos pesados tienen su parte positiva, ya que te financian las copas. Y mientras te habla pones tu sonrisa falsa, por dentro tú estás riéndote de ese pantalón Levis de tiro alto, su polo remetido por dentro y de él en general.
La historia acaba como tiene que acabar, tú con su amigo guapo en la cama y él en el salón tomándose un colacao y viendo la teletienda.

QUESO CURADO:
El caballero por excelencia, ese hombre con el que alguna vez habías soñado que sería el padre de tus hijos, sí amigas, ese. A ti él te encanta pero te da la sensación que te ve como una cría. Pronto comienzas a frecuentarle más y entonces es cuando se da cuenta que no eres como él pensaba y empiezan las miraditas, sus ganas de estar contigo y los acercamientos. Cuando él te lo empieza a dar todo, tú te haces la dura y se lo pones difícil, él sigue intentándolo. Se va pillando más y más, tú no eres tonta y eso lo notas. Cuando parece que la cosa mancha a la perfección… aparece él para estropearlo todo, el miedo al que dirán. Al menos fue bonito mientras duró.

QUESO BRIE:
Su textura es aparentemente dura, pero por dentro… ufff, por dentro es tierno.
Esos chicos que nos llaman la atención no sólo por su físico sino también por su personalidad ya que demuestran tener carácter y confianza, y eso claro, lo notas. Te entra de forma descarada en la discoteca, seguro de sí mismo y con un simple: “¿Cómo estás preciosa?” Tú sonríes y te quedas embobada… Ya te tiene en el bolsillo. Según va pasando el tiempo compruebas que esa faceta “chulesca” del primer día ha desaparecido, los papeles han cambiado.
Ahora a él lo tienes loco y tú, después de conseguir “el premio” comienzas sin saber por qué a perder el interés que tenías por él. Lo que fácil viene fácil se va.

SEMICURADO:
Este chico no aparece de repente en tu vida sino que está presente en tu día a día. Lo sueles ver habitualmente e incluso tenéis una relación cordial.
La corteza de este queso es oscura, él se muestra esquivo en lo personal y eso te provoca cierta intriga, morbo y ganas de conocer su interior. Notas algo en su mirada, sabes que le gustas aunque no te lo diga. Poco a poco vas ganándote su confianza y logras su amistad, el “feelling” mutuo se hace más evidente. Cuando más le conoces más te gusta y entonces ocurre, en el momento que menos te lo esperas… el beso.
Pueden pasar los días sin saber nada de él y aparecer en tu casa como si nada, reconociendo que ha sido un imbécil o que sintió miedo a atarse a alguien. Estos miedos suelen ahuyentarse en la cama, ahí la cosa va sobre ruedas y se comporta pasional, tierno pero sobre todo con mucho respeto. Puede que ese miedo a una relación esté ahí latente un tiempo o puede que no… te tocará vivir con ello.

En conclusión, el queso perfecto no existe, pero con suerte encontraréis el tipo más adecuado para vuestros paladares. ¡Bon apetit!

viernes, 20 de abril de 2012

¿LA DIFERENCIA ENTRE UN LOCO Y UN GENIO ESTÁ EN LA FAMA?




 “Una mala conciencia se cura más fácilmente
que una mala reputación.”
Friedrich Nietzsche


Ahora que Dolce y Gabbana quiere volver a ser lo que era, otros ya nunca volverán a serlo. Hablo de la casa Dior. La frase original del título es una afirmación, pero me voy a permitir la licencia de convertirla en pregunta por el tema que concierne a continuación.

Mientras muchos especulan sobre la reciente sucesión al trono de John Galliano, otros nos preguntamos qué será de su futuro como diseñador. Y es que después de aquellas desafortunadas declaraciones la respuesta fue tajante y el símbolo de la firma durante más de quince años, fue despedido. 

La presión social y mediática que se generó en torno al asunto fue clave, sobre todo por parte de las redes sociales que no dudaron en condenar el suceso, y los que un día elogiaban su talento y hacían la vista gorda a sus excentricidades decidieron que la empresa es rentable porque es ética.

¿Decisión unánime? Seguramente. Ahora bien, toda resolución conlleva unas consecuencias y la incertidumbre que ha vivido la casa Dior durante los últimos meses ha sido crítica. Su propósito de demostrar que con la reputación empresarial no se juega y el hecho de haber olvidado de la noche a la mañana a uno de los grandes creadores de nuestra época, al genio que consiguió renovar la casa francesa y convertirla en un referente mundial de la moda, les ha pasado factura. El talento es invaluable y desde que Galliano fue despedido, las creaciones de Bill Gaytten no han conseguido la aceptación del público. En la búsqueda por encontrar al sustituto perfecto se han barajado nombres de la talla de Azzedine Alaia, Ricardo Tisci, Christopher Kane o Marc Jacobs, pero el golpe de efecto que pretendía la maison con un fichaje estrella se ha hecho esperar.

Tras meses de dimes y diretes, el elegido ha sido finalmente el diseñador belga Raf Simons, caracterizado por sus colecciones minimalistas y ausentes de excesos, al que The New York Times calificó como «uno de los diseñadores de ropa masculina más influyentes de la última década». Con la llegada de Simons la firma toma un cambio de rumbo importante y se cierra un ciclo donde el lujo y la ostentación reinaban a sus anchas. Galliano sin John Galliano. Termina una era y las comparaciones son odiosas. ¿Conseguirá Simons impresionar a la crítica sin tener experiencia previa en alta costura? ¿Minimalismo y barroquismo juntos? Comprobaremos el resultado el próximo mes de julio, en Paris, con su primera colección para la casa francesa.

Finalizado el culebrón, ahora las miradas se centran en John Galliano, el rey destronado que convirtió la provocación en su estilo de vida. El polémico video en el profería insultos antisemitas ocasionó la pérdida de su propia firma y la condena mediática. El que ayer era un genio arrogante y excéntrico hoy es el loco desterrado de las pasarelas.

Pero mientras algunos olvidan al genio sin la contemplación de segundas oportunidades, otros se resisten a ignorarlo. Como Kate Moss, que no dudó en escoger al gibraltareño para diseñar su vestido de novia o Franca Sozzani, editora jefe de Vogue Italia, quien hizo unas declaraciones a favor del diseñador para que volviera a ser contratado por la firma. El caso Galliano se ha quedado en un primer plano al que todavía le quedan titulares, pero el espectáculo debe continuar y a la vista está que los cambios no son un mero pasatiempo. A la prestigiosa firma de celebrities le toca reinventarse. Y reinventarse por necesidad, que tiene más mérito.

Motivos para despedir a su diseñador estrella no faltaron. Aun así, me pregunto por qué el video publicado por The Sun salió a la luz dos meses y medio después de ser grabado. Me pregunto también si este asunto no fue la excusa perfecta para deshacerse de un diseñador tan costoso como él. Y por último, no puedo evitar preguntarme si su despido fue una decisión acertada o quizás estar un tiempo alejado de la firma hubiera sido suficiente.



jueves, 19 de abril de 2012

LA ANATOMÍA DE NUESTROS INSTANTES




Los hombres no solemos reparar en los pequeños detalles. Sin embargo, existe un pequeño instante en el que, sin saberlo, cambia nuestra vida. Ese momento de una noche en el que un tímido universitario se envalentona y decide besar a una chica. Si ella acepta, puede hasta que formen una familia feliz y pasen el resto de su vida juntos. Si el chico no toma esa decisión, tal vez él se quede soltero para siempre y quizás la misma noche haya otro (menos tímido) que bese a la chica y sea éste quien se termine casando con ella. Aquellos maravillosos libros infantiles de Elige tu propia aventura son la metáfora de lo que intento decir.

En la historia sucede igual. Son pequeños instantes –o, al menos, la sucesión encadenada de pequeños instantes— los que deciden el devenir de la humanidad. Javier Cercas habla de ello en su interesantísimo libro sobre el Golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981. El Rey conversa con Armada por teléfono. En otra sala de Zarzuela, Sabino hace lo propio con Juste. Será un instante el que decida el devenir de la asonada. Será el instante que decida la historia de España.

Fue leyendo HHhH, la sublime y recomendable ópera prima de Laurent Binet, cuando he comenzado a detenerme algo más en esta cosa de los instantes. En HHhH el autor hace referencia a otra novela (no recuerdo el título y no pienso levantarme de la silla a buscarlo) donde se relata un giro radical en la historia de la humanidad por un aparentemente minúsculo detalle. En esa ucronía, el instante definitorio está marcado por el aparentemente insignificante hecho de no suspender un examen. En 1907 un joven Adolf Hitler aprueba el acceso a la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Viena. Ya no será un amargado que deambule por Viena, durmiendo en pensiones de mala muerte y alimentándose en comedores para indigentes. Ya no vivirá en el lado más sórdido de esa esplendorosa ciudad, desarrollando su incipiente antisemitismo. Hitler, sin embargo, se convierte en un artista respetable, un tipo que pertenece a la intelectualidad vienesa, que acude a la ópera, que se relaciona con la aristocracia centroeuropea, una alta sociedad que ejerce orgullosa su mecenazgo hacia ese señor bajito con bigote que pinta paisajes. ¿Qué fue entonces lo que ocurrió en aquel examen que pudo cambiar el devenir de la historia? Quizás un profesor del Tribunal examinador había discutido por la mañana con su mujer y llegó enfadado a la Academia. Quizás decidió aprobar a los que presentaron retratos en vez de paisajes. Quizás suspendió a todos los de esa maldita jornada. Quizás a los aspirantes del día siguiente les fue mejor.

Siempre hemos valorado más los grandes acontecimientos que los pequeños. Otorgamos más importancia al día en que Hitler decide invadir Polonia que al de la ocupación de Praga, y éste, a su vez, más que al Anschluss, que supuestamente importa más que el Putsch de Múnich, que aparentemente es mucho más significativo que aquel infausto día en la Academia de Bellas Artes de Viena.

Pero efectivamente, creo que son esos pequeños instantes –no los grandes acontecimientos— los que nos han llevado al lugar en el que estamos. Decidimos encender un cigarrillo y nos paramos en la calle mientras la señora que iba caminando a nuestra altura es atropellada en la acera por un coche que se sale de la calzada. Quedará paralítica para el resto de su vida. A ella también le entraron las ganas de encender un pitillo al vernos, pero lo estaba dejando y resistió la tentación. Decidimos dejar sin estudiar Platón en vez de Aristóteles y nos cae en la selectividad. No alcanzamos la nota adecuada para entrar en Medicina y nos convertimos en biólogos, probablemente salvando involuntariamente la vida de alguna persona porque no íbamos a ser buenos médicos.

Hablábamos antes de aquel ya mítico 23-F. El Rey mantiene una conversación telefónica con Armada. No entramos aquí a valorar si el Rey lo sabe o no lo sabe. Sólo analizamos el detalle, el momento. Lo relata muy bien Cercas en "Anatomía de un instante". Armada está a punto de ir a Zarzuela, de lograr hacerse con el control de la operación. Está convenciendo al Rey de que su presencia allí es necesaria. En otra habitación Sabino Fernandez Campo habla con Juste.

José Juste es el Jefe de la Acorazada Brunete. Esta División era la más potente y mecanizada del ejército y, en aquel momento, contaba con 13.000 efectivos. La Brunete había sido dirigida por Milans del Bosch y por Torres Rojas que, por supuesto, ahora están en el ajo. Ambos tienen de su lado a importantes mandos de la Acorazada como San Martín y Pardo Zancada. La Brunete se va a desplegar por los puntos estratégicos de la capital. No es una operación muy compleja. Juste acaba de interrumpir la supervisión de unas maniobras en Zaragoza porque ha sido informado de que se están sucediendo movimientos extraños en Madrid. De hecho, cuando llega, se encuentra en el Cuartel al anterior jefe, Torres Rojas. Además allí están todos los mandos de la División. Todos en el ajo. Es más, se hallan en el despacho de Juste, que ha servido como centro de comunicación con Milans del Bosch. Juste, tras una serie de titubeos, finalmente es convencido de que la operación que se va a desarrollar cuenta con el firme apoyo del monarca. Los tanques saldrán. Ocuparán Madrid. Milans, por su parte, tomará Valencia. Tejero tomará el Congreso. Sin duda, la historia de España cambiará. Lo más probable es que Armada vaya al Congreso, se haga con el mando y se termine formando un Gobierno de Salvación o Unidad Nacional con él de presidente. En efecto, según lo previsto, Tejero toma el Congreso. Y según lo previsto, los tanques de Milans toman Valencia. Y también según lo previsto, la Brunete se dispone a tomar Madrid. En apariencia, ya no hay dudas: la asonada ha triunfado. Desde una Zarzuela en plena ebullición se inicia una ronda de llamadas. Son las siete menos veinticinco de la tarde cuando el golpe de estado ha vencido. Pero a las siete menos veinte, el golpe ha fracasado. El instante son cinco minutos.

Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey, llama a Juste. Debaten con reservas sobre el asunto para no mostrar sus cartas. Llegado el momento, Juste pregunta si Armada está en Zarzuela y Sabino responde que no. Y Juste pregunta si le esperan y Sabino responde, de nuevo, que no. No vamos a entrar aquí si aquello de "ni está ni se le espera" se dijo realmente o no. El caso es que, tras finalizar la conversación, a Juste le ha quedado claro que le han mentido: que ni Armada está en Zarzuela con el Rey ni el Rey está del lado de Armada. A Sabino, por su parte, le ha quedado claro que Armada está en el fango y corre apresurado a decírselo al Jefe de Estado. Sabino corre apresurado hacia el instante. Cuando entra en el despacho del monarca, éste precisamente habla con Armada, que le sugiere que lo mejor es irse a Zarzuela para supuestamente ponerse a su servicio (pero realmente es para controlar la situación, para dominar el golpe). Don Juan Carlos está a punto de decirle que sí, porque quiere conocer de primera mano todo lo que está pasando y porque Armada es su Armada, su antiguo preceptor, su antiguo hombre de confianza. Es Armada, le dice el Rey a Sabino, tapando el auricular. Y se pone Fernández Campo al aparato para cambiar la historia en un instante: No, Alfonso, quédate ahí. Si te necesitamos, te llamaremos.

En ese instante cambia la historia de España como cambió la historia de la humanidad en el momento en que se suspendió a Hitler, como cambió la de aquel universitario que no se atrevió a besar a la chica, como cambió la del chico que no estudió a Aristóteles, y como cambió la de aquella mujer que no encendió el cigarrillo.

miércoles, 18 de abril de 2012

¡DEJA ESPAÑA PEPE!


por espaBi

"¿Por qué vives en el extranjero?" Me preguntaba mi sobrino en Semana Santa. "Tía, si estuvieras aquí podríamos ir todas las semanas a San Mamés. ¿No te gustaría volver a casa?".
Lo pensé unos segundos... ¿me gustaría volver a casa? ¡Pero si ya estoy en casa! 

Emigrar, salir fuera a estudiar y quedarme, ha sido lo mejor que he hecho hasta el momento. Es, con diferencia, la experiencia más enriquecedora y, gracias a ella, tengo una vida mejor. No me refiero a lo económico sino a cuánto he crecido como persona.

Vivir en el extranjero te ayuda a madurar, a relativizar, a lidiar con los problemas lejos de tu familia y amigos y, en definitiva, a creer en ti y en tus habilidades. Te abre la mente, te obliga a aprender un idioma nuevo - a aprenderlo de verdad -  y, una vez que dominas el idioma, te permite sumergirte en otra/s cultura/s, no solo observándolas sino participando en ellas.

Estás expuesto a otros valores, a otras maneras de entender las cosas y, gracias a ello, desarrollas tolerancia y empatía. Aprendes cientos de cosas nuevas - sin buscarlo y sin dificultad, en tu día a día - y, sobre todo, conoces gente. Conoces gente de todo tipo y de todos sitios y gracias a conocer tanta y tan variopinta gente, amplias horizontes y descubres que lo que nos une es mucho, mucho pero que mucho más que lo que nos separa.

En uno de mis primeros trabajos, una vez terminada la carrera, tenía compañeros de muchas nacionalidades diferentes. En mi equipo había alemanes, suecos, suizos, canadienses, turcos, griegos, srilanqueses, italo-coreanos, noruegos e ingleses.

Un día, tomando copas al salir de la oficina, hablábamos de lo fácil que nos resultaba entendernos, de lo natural que fluían las conversaciones... y buscando nexos de unión en nuestras diferentes infancias, nos dimos cuenta de que todos habíamos crecido viendo los mismos dibujos animados y las mismas series.

Indudablemente, generaciones anteriores a la nuestra lo han tenido mucho mas difícil para relacionarse en un contexto internacional, la España de Franco poco tenía que ver con el resto de Europa occidental, pero para nosotros, para los nacidos en democracia, muchos de los obstáculos a la hora de salir al extranjero se han evaporado.

¡Aprovéchalo! No sólo porque quizá estés en el paro o con nulas perspectivas de emanciparte en los próximos años (link a http://t.co/lH2C8Vg1) – las estadísticas españolas son aterradoras y no se ve luz al final del túnel – sino porque es una experiencia francamente enriquecedora.

¿No me creéis? Seguid leyendo.




Will Unwin, Londres [@WillU87]
Idiomas: Español e inglés // Tiempo en el extranjero: 1 año en Bilbao


¿Crees que eres un candidato más atractivo para empresas por vivir en el extranjero?
No trabajo en algo en lo que hablar idiomas sea un pre-requisito pero hablar español  me ha resultado muy útil en lo laboral.  Me permite entrevistar hispanoparlantes y me hace destacar sobre el resto de periodistas ingleses.


¿Cómo ha cambiado tu vida a raíz de vivir ese año en el extranjero? Ese año ha propiciado que ahora deambule por Europa siguiendo al Athletic Club… También me ha hecho valorar mucho más otras culturas, no sólo la inglesa o la española.
Ah y me ha hecho desear, fervientemente, la apertura de un bar de pintxos en Londres!

Adam Bader, Madrid [@adambader]
Idiomas: Árabe, español, inglés e italiano // Tiempo en el extranjero: Algo más de dos años

¿Crees que eres un candidato más atractivo para empresas por vivir en el extranjero?
Desde luego. Gracias a vivir fuera hablo, de verdad, varios idiomas y he conocido mucha gente y se han abierto muchas puertas en lo laboral. Si no hubiera dejado mi país natal, no estaría ejerciendo de lo que ejerzo ahora. No tendría el trabajo que tengo.

¿Cómo ha cambiado tu vida desde que estás en el extranjero?
Mi vida ha cambiado completamente. Dejé todo lo que conocía atrás así que he tenido que aprender un montón de cosas nuevas. Irte a un sitio nuevo a empezar de cero es todo un reto, si lo consigues… ¡todo lo demás te parece fácil!

Miranda Pickford, Londres [@MirandaPickford]
Idiomas: Español y francés. E inglés, claro // Tiempo en el extranjero: 4 años en España

¿Crees que eres una candidata más atractiva para empresas por haber vivido en el extranjero?
¡Desde luego! Si has vivido, estudiado y/o trabajado en el extranjero, Recursos Humanos te mira de otra manera. Creo que demuestra que eres una persona segura y con recursos, alguien que no le tiene miedo a los retos y a quien le gusta ponerse a prueba y aprender.
En un ambiente de trabajo cada vez más internacional, los idiomas y saber manejarse en un entorno multicultural, son siempre un plus. Es verdad que, normalmente, los que somos de habla inglesa podemos trabajar toda la vida sólo con el inglés pero tener otros idiomas te da ventaja sobre el resto de los candidatos. Además, aprendiendo otros idiomas mejoras el conocimiento de tu propia lengua. Por no hablar de que vivir en el extranjero te ayuda a abrir la mente y te enseña a respetar y adaptarte a otras culturas, algo que luego, casi sin darte cuenta, utilizas con la gente de tu propio país. Te vuelves más tolerante.


¿Como ha cambiado tu vida desde a raíz de vivir en el extranjero?
Los amigos que hice viviendo en España han cambiado mi vida. Amigos españoles pero, sobre todo, amigos de Reino Unido e Irlanda. Te acercas a gente de tu país porque tienes muchas cosas en común con ellos, no tanto la nacionalidad… es más el hecho de que habéis elegido iros al extranjero, a España en mi caso. 
Los vínculos que se crean con estos amigos son fortísimos. Cuando sales fuera no tienes a tu familia ni a tus amigos así que estas personas sustituyen todo eso. Los amigos que he hecho en España han cambiado mi vida; hemos vivido juntos, hemos viajamos juntos, hemos conocido gente nueva juntos y, con algunos ¡hasta me he vuelto a vivir a Reino Unido! Creo que no me equivoco cuando digo que estas personas estarán siempre en mi vida jugando un papel muy importante.


Unai Ezkurra, Londres [@UnaiEzkurra]

Idiomas: Castellano, catalán, euskera e inglés // Tiempo en el extranjero: 3 años más o menos


¿Crees que eres un candidato más atractivo para empresas por vivir en el extranjero?
Si, definitivamente. Por mucho que pasen los años y el ser humano evolucione, hay cosas que no cambian. Hace millones de años nos refugiábamos en el "confort" de una cueva para estar protegidos de los peligros que existían fuera de lo conocido. Únicamente los valientes, impulsados por la curiosidad y por descubrir lo desconocido, salían a correr delante de un mamut y poner su futuro en peligro en busca de una cueva mejor. Pues más de 2 millones de años después las cosas no son muy diferentes, muchos siguen al cobijo de su particular cueva, sin querer enfrentarse a ese mamut llamado vida. En mi caso "correr" durante 10 años delante de un mamut no ha sido fácil, pero hoy puedo decir que vivo en la cueva que yo he escogido y no en aquella que me tocó de inicio por posición social o geográfica. 


¿Como ha cambiado tu vida desde que estás en el extranjero? Completamente. Hoy mi vida gira entorno al "topic" que me apasiona desde que tengo uso de memoria: el fútbol. Mi primera fantasía infantil fue ser futbolista, desafortunadamente, me tocó crecer en un pueblo de 150 habitantes con un campo de fútbol rústico de una inclinación del 7%.
A veces no podemos ser aquello que soñamos de niños, pero sí que podemos vivir debajo del "paraguas" que cubre lo que tanto nos gusta, en mi caso el fútbol. Hoy, con 29 años, no soy futbolista pero puedo decir orgulloso que vivo felizmente bajo el paraguas del fútbol. Y en Inglaterra, además.

Kay Murray, Madrid [@KayLMurray]
Idiomas: Español, inglés e italiano básico // Tiempo en el extranjero: 5 años y medio


¿Crees que eres una candidata más atractiva para empresas por vivir en el extranjero?
No he cambiado de trabajo, estoy contenta donde estoy, desde que llegué a España pero gracias a mi trabajo (Real Madrid TV) y al hecho de que me defiendo en dos idiomas, varias emisoras internacionales se han puesto en contacto conmigo así que sí… creo que estoy más cotizada por el hecho de vivir fuera de mi país natal y hablar más de un idioma. Además, entiendo perfectamente lo importante que es hablar idiomas. Durante años la gente aprendía idiomas para trabajar como traductor y poco más pero ahora, en este mundo tan interconectado, es un pre-requisito para muchísimas empresas.


¿Cómo ha cambiado tu vida a raíz de vivir estos años en el extranjero? Esto ha cambiado mi vida completamente. Aprender español me llevó a empezar a aprender italiano y soy mucho más culta de lo que era antes. Luego, en lo profesional, se han abierto un montón de puertas. Vivir en un país nuevo es una gran experiencia, tan enriquecedora que estoy dispuesta a probar otros países en el futuro e, incluso, otros continentes.

David Llada, originalmente de Asturias, y actualmente en San Sebastián [@lladini]
Idiomas: Español e inglés. Se defiende en italiano y alemán y estudia chino.
Tiempo en el extranjero: Tres años viviendo a salto de caballo entre Londres y Berlín. A un lugar fui con idea de estar tres meses, y al otro para "una semana", pero en ambos casos se prolongó más de lo esperado. Aparte suelo pasar unos 3 o 4 meses al año fuera de España.

¿Crees que eres un candidato más atractivo para empresas por haber vivido en el extranjero?
Sin duda, me considero más valioso de cara al mercado laboral después de esta experiencia. Primero, porque he desarrollado lo que podríamos llamar "adaptabilidad". En segundo lugar por ampliar conocimientos, experiencias, contactos... Y porque tengo una mayor "capacidad de reacción" y estoy más dispuesto a aceptar un puesto en el extranjero. Ahora mismo estoy a punto de trasladarme a Singapur, por ejemplo.

¿Cómo ha cambiado tu vida a raíz de vivir en el extranjero?
En primer lugar, y aunque suene muy común, me ha servido para ampliar perspectivas. También me he hecho mucho más adaptable, y más tolerante hacia algo o alguien que no me gusta.
Por otro lado le he perdido completamente el miedo a la movilidad, y a los grandes cambios en general: puedo hacer las maletas en cualquier momento y he ganado la confianza necesaria para empezar de cero en cualquier momento y lugar. Y por último, he dejado atrás cualquier rastro de timidez que pudiera tener de cuando era más jovencito: el estar lejos de los tuyos te obliga a aprender a socializar mucho más, y a buscar tu círculo de amigos allá donde estés. 

Daniel Colasimone, Buenos Aires [@ArgentinaFW]
Idiomas: Español, inglés y algo de italiano
Tiempo en el extranjero: Seis años en Argentina, uno en Italia y dos en Corea del Sur

¿Crees que eres un candidato más atractivo para empresas por haber vivido en el extranjero?
Definitivamente, aparte de lo obvio (hablar otro idioma), la experiencia de vivir en el extranjero te permite aprender tantísimas cosas que, sin lugar a dudas, te revaloriza como empleado.

¿Cómo ha cambiado tu vida a raíz de vivir en el extranjero?
Bueno… no es que me la haya cambiado sino que el extranjero se ha convertido en mi vida. A lo mejor me da por volver a Australia algún día pero sería, sin duda, una experiencia extraña ¡llevo una década en el extranjero!
En general, creo que me ha hecho una persona más completa viviendo fuera de Australia. Cuanto más tiempo pasas en otro país, más se abre tu mente a las diferentes formas de hacer las cosas. Es muy enriquecedor.

martes, 17 de abril de 2012

LA MALA IMPRESIÓN



Con un breve estallido acústico y el último resuello del mediodía, se cerró el micrófono y murió, en aquel interesante capítulo de marzo, un turno de preguntas demasiado esperado. Los segundos posteriores al final dibujaron, con un trazo menos disuelto de lo habitual, un panorama desolador: hacía tiempo que el personaje que había ocupado el plano espaciotemporal del cuadrado rectángulo que tendría a bien llevar el nombre de ‘sala de prensa’ no hablaba ante el transductor, lo que generó aquella tarde una expectación tan masiva como descontrolada. No en vano, y por primera vez en muchos meses, el aparcamiento reservado exclusivamente a los diversos y variados operarios de la prensa había sido colapsado varios minutos antes de la primera pregunta. Los que no llegaron a tiempo, desde sus respectivos rincones de la capital a Valdebebas, la cola del cometa de una urbanización espaciosa e idílica, de adoquín iridiscente y leyenda histérica, detuvieron y apagaron sus motores lejos, apartados del grupo. Una buena metáfora con la que aguijonear, sin dolor, una orgásmica sobremesa de primavera, ardiente.

Tras hablar el personaje, donde para unos empezaba el trabajo, para otros había terminado. Era viernes. El sol animaba al compadreo, pero pese a la luz natural, era la de los focos la que las plantas de interior, inmóviles en su tiesto, buscaban estirando el cuello aun a sabiendas de que podían entorpecer la quietud de un cuadro pluscuamperfecto. Quedar fuera del turno de preguntas al personaje había dolido a unos, pero a otros parecía haberles hundido la carrera. En especial a una. No demasiado alta, no demasiado esbelta, no demasiado bien valorada, resopló, levantó la frente y ya con los altavoces apagados, se levantó iracunda y ofendida de su silla. Salió a trompicones entre dos compañeros de profesión y agarró tan pronto como pudo su teléfono móvil. La escena que sigue recordó en un vahído febril al delirio de satén de Tim Burton en ‘Pesadilla antes de Navidad’.

Al otro lado del teléfono, alguien inquirió: la indignada, agotada de quererse y atropellando sus palabras, clamó por un trato afín a su status, eso sí, cerciorándose primero de que nadie la escuchaba: “¿Te lo puedes creer? ¡Me han dejado sin preguntar! Ha preguntado el de Radio Mi Barrio, el de Fulanito TV… ¡Y yo no! Ya ves. Qué fuerte…”. Era la viva aunque hiperbolizada imagen del Doctor Flinkenstein pidiendo consideración a Sally, la cabal y silenciosa amante de Jack en el referido largometraje, después de que ésta rehusara a probar la cena que había manipulado para dormir a su creador: “Me quieres matar de hambre. A mí, el ser que te dio la vida”. Tamaña maniobra sólo podía encontrar palabras tibias de consuelo al otro lado, algo que jamás nadie podrá probar, pues el tiempo pasa rápido, y más en Valdebebas, un laberinto de flashes repetidos en el que no cabe ser mejor, sino parecerlo. La falta de respeto al resto de compañeros de profesión cuyas preguntas sí habían sido entrado en pulcro orden en el turno sirvió para dos cosas, amén de para retratar a la malacostumbrada y poco humana protagonista. Una, desvelar una miseria enquistada: la parálisis de un universo viciado que genera monstruos sin corazón que no entienden de temporalidad. Otra, agitar a las lenguas menos interesadas del cubículo entre los dientes. De qué servía entrar a pelear al barro, qué estúpido y sombrío consuelo podría encontrar un idiota peleando con el que le ha provocado. Ninguno.

Dejar a la poderosa mente humana vagar libre y atar las manos del exabrupto sirvió en aquella ocasión para mi quien, desinteresadamente, sí había escuchado el desprecio de la ofendida a sus compañeros. Sólo porque pasaba por allí, y porque, como un alma en pena raída por la soledad, no incomodé en nada el derrotista discurso al teléfono. Había pasado desapercibido, pero lo había oído todo. “Radio Mi Barrio… Fulanito TV… Qué fuerte”. Valiente egoísta, espectro malvado con asuntos pendientes en tierra firme. El llanto de quien espera más de figurar que de aportar. Ni que le fuera un Pulitzer en ello. Un premio de consideración inspirado en la figura de uno de los precursores del periodismo amarillo, de los titulares exagerados, el formato sábana y la verdad a medias. Hundido en varias consideraciones de este tipo permanecí quieto y petrificado como único espectador del disgusto, cuando una voz que reconocí enseguida arrancó el ahora del antes. Esta, de las más azotadas en las redes sociales, ese juguete al que conviene desengancharse mientras se esté a tiempo. “Hola, ¿cómo estás? Hoy no te han dejado preguntar, ¿eh?”. “No, no ha habido suerte”. Me sorprendió ver que quien me saludaba era uno de los protagonistas que encarnaba el escozor habitual y reconocido del entrenador tubalense que hacía unos minutos había repartido algunos caramelos envenenados entre los que le hacían preguntas. Me tendió la mano y acto seguido, sin tiempo para el recreo, volvió a desaparecer. Habíamos coincidido dos veces en seis meses, pero su esfuerzo por recordarme y ser humano me conmovió mientras todavía recordaba a la otra impostora quejarse amargamente de su infortunio. Es difícil, para el que empieza, que nadie le tome en serio si no simula ser amigo de todos, sin importarle ninguno en particular más que para que le cuele el currículum por debajo de la puerta si algún día llega el momento.

El detalle del periodista, injustamente insultado en demasiadas ocasiones por sagaz y valiente, recortó la tensión que había levado al cielo la otra, quien ya había apagado el teléfono y tecleaba sin ilusión por vivir en el teclado de su portátil, a apenas cinco metros de distancia. Un par de compañeros se acercaron a pulsar su estado de ánimo, como si hubiera perdido a un familiar. El entremés se volvió tan repulsivo que tras comprobar la hora y comprender que todavía quedaba trabajo por hacer fuera de aquel universo paralelo e inalcanzable, abandoné la silla y puse rumbo al coche, aparcado en la otra punta del universo. Desde la puerta del ascensor me despedí de todos, incluida ella, con un hasta luego formal. Atribuí a la mala acústica, nunca a la mala educación, que ninguno de ellos correspondiera. Bajé las escaleras, libreta en mano. Tenía apuntadas varias preguntas que hacer, no sé si buenas o malas. No iba a improvisar. Pero no pudo ser aquel día, y el cielo seguía en su sitio. Algunas avispas adelantaron la vuelta al curso, merced al termómetro, acompañando de reojo y entre los matorrales, sin maldad, mi camino. Con o sin oposición a premio, resultó ser un paseo agradable. Y a la libreta aún le quedan hojas.  

lunes, 16 de abril de 2012

NUESTRO AMERICAN WAY OF LIFE: Introducción




Una conocida canción napolitana de los años 50 resume perfectamente ese cada día más ferviente y marcado sentimiento migratorio que tenemos los europeos con respecto a mudar nuestras vidas a los Estados Unidos de América -nótese que citar el nombre al completo dota al texto de una épica significativa-; un sentimiento que, permítaseme decirlo, ha intentado emularse dentro de las categorizaciones geográficas que antaño fueron acotadas hasta componer este país llamado España y que, déjenme de nuevo arriesgarme, en ningún caso ha conseguido definirse, ni ideal ni territorialmente hablando. ‘Tu vuò fà l’americano’ (“Quieres hacer(te) el americano”) cantaba Renato Carosone al son del swing y el jazz lo mucho que intentaban los sureños italianos asimilarse a ese estilo de vida tan alabado y anhelado como denostado y repudiado; aquel american way of life que en tantas ocasiones se ha visto amenazado por majaretas pilotos islámicos, carnavalescos y destructivos huracanes y trascendentales y catastróficas decisiones financieras -que nos lo pregunten a nosotros-.

Ya en 2012, con la careta de ‘panolis’ bien puesta y con el objetivo de recuperarnos para volver a hacer el tonto el año que viene, los españoles seguimos empeñados en recoger todos los frutos sin preocuparnos tan siquiera, claro está, de entender el proceso de cultivo que crea el provechoso beneficio del desarrollo productivo. Estamos perdidos en una carrera ausente de valores, aquellos que en cambio sí se pregonan fervorosamente al otro lado del charco, “¡Individualismo!”, “¡Igualitarismo!”, etc. En esta columna, con la que pretendo analizar en clave social, cultural e incluso política los detalles que nos hacen estar donde estamos, descompondré todos aquellos controvertidos aspectos relacionados con el sueño y estilo de vida americanos, unos ethos que aplicados a España han tenido su correspondiente efecto negativo -y positivo en algunos casos-. Con ello no pretenderé ser el mejor conocedor del American way of life, puesto que curiosamente mis pies -y no se me tiren encima por ello- jamás han pisado la imperialista y rica tierra norteamericana, pero sí trataré de atisbar cómo un poderoso interés consumista, personalizado por esa enfermedad tan contagiosa y repugnante que es la envidia, consiguió que un país lleno de funcionarios, hipotecados y futbolistas terminase siendo el principal coladero de, otra que tal, Europa en crisis.

Si analizamos el contexto histórico de ambos países con detenimiento es fácil, qué demonios, obvio, que poco o nada tenemos que hacer en términos económicos contra el gigante estadounidense. Las aptitudes financieras españolas se han enfrentado a demasiados obstáculos a lo largo de nuestra reciente historia; España se ha visto vapuleada por un ya excesivamente denostado régimen dictatorial -que no totalitarista o fascista, pese a que muchos no entiendan que es mucho más fácil renegar de esa palabrería para despegarnos de nuestro relativamente oscuro pasado- y tras salir de él, transición democrática mediante, todavía tuvo que asumir una perniciosa correría antes de retomar el vuelo -si es que acaso lo tomamos alguna vez desde Felipe II-. Tuvo que ser el generoso abrazo de Europa el que finalmente nos colocara de nuevo en el mapa y nos impulsara definitivamente como un país a tener en cuenta. Claro que si todo está fundado sobre una mentira, sobre una realidad monetaria virtual bien decorada pero bastante menos que decentemente cimentada, sobre una burbuja inmobiliaria hinchada a base de agua, jabón y cuerdas y sobre un sueño a la altura del que vivieron mis beloved norteamericanos en los fabulosos años 50, entonces es cuando tenemos que mirar hacia atrás y darnos de bruces contra la realidad más absoluta: no dimos la talla.

El nacimiento del consumismo tal y como lo conocemos hoy se ejemplifica perfectamente en la década de los años 50 en EEUU. Las grandes empresas fomentaron la compra de productos mediante la ya tantas veces comentada obsolescencia programada -con lo que se volvieron tremendamente productivos-, los ciudadanos arriesgaron sus ahorros en la creación de nuevos negocios, los bancos cedían créditos sin apenas impedimento y la Reserva Federal y su superávit actuaban como protector ante cualquier posible recesión económica. El ínfimo índice de paro también ayudaba a que el desarrollo nunca frenase en demasía y el American Dream justificaba sus argumentos sustentado en unos pilares admirablemente bien levantados. El american way of life se convirtió entonces en un sueño cumplido, en un estilo de vida posible, palpable, real. El problema es que el impacto que causó semejante boom despertó la envidia de otros tantos países, deseosos por rivalizar con el ya Imperio Estadounidense. En España, y debido al proteccionismo franquista, la cultura anglosajona tardó en hacer mella por culpa de la censura y las limitaciones económicas, restringidas por el incandescente ruralismo nacional, que impedía cualquier ambición capaz de traer el progreso real al país. Pero la Transición derivaría en una apertura mercantilista muy importante, y tras ello vendría la entrada de España en la Unión Europea, lo que a partir de la segunda parte de los noventa derivó en nuestros “fabulosos” 90, un engaño propio de la propaganda más subversiva.

Culturalmente la EXPO de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona de 1992 supusieron un éxito absoluto: tuvimos el protagonismo merecido y ganamos la confianza del extranjero necesaria para afrontar los años venideros. Y aunque Felipe González no se entendiera con Jordi Pujol para aprobar los presupuestos, al menos Aznar pudo llegar al gobierno para terminar de redondear una economía en pleno auge. En 2002 despareció la peseta y arribaron el €uro y la certidumbre de que lo que ocurría era auténtico, de que podíamos confiar en los bancos y en el gobierno. Pero lo demás ya lo sabemos, o deberíamos saberlo, todos; Aznar aprobó la ley de Suelo, se empezó a construir como si no hubiera un mañana, la inmigración alcanzó cotas altísimas, la construcción dio una ingente cantidad de empleos, los ciudadanos seguían comprando y ¡ale!, casas, coches, hipotecas, créditos… ¡hasta yates si hacía falta! Se siguió la filosofía del “con mi trabajo puedo con todo”, “esto nunca se acaba”. En Estados Unidos sucedió algo parecido, no vayamos a dejar todo lo malo para la españolitis, pero al menos tenían un país hiper-industrializado, apoyado en unos valores que imponían ese individualismo y esas ganas de trabajar tan características y no se dejaban llevar por el alto funcionariado, o se amparaban en sus bajas laborales para seguir cobrando, o mostraban una actitud pésima a la quinta hora de haber entrado a trabajar (“¡Es que llevo cinco putas horas seguidas currando y tiene que venir usted a pedirme un café con leche cuando estoy a punto de cerrar, manda huevos!”), o se refugiaban tras el escudo de los sindicatos para esquivar el despido y cobrar más dinero de los contribuyentes.

Hay un problema de base muy característico y que ya he comentado clamorosamente con anterioridad, y es esa propiedad tan característica de los españoles que tan poco vemos en la actitud norteamericana y principal foco de comparación de este análisis, la envidia. La figura del empresario, por ejemplo, ha sido totalmente villanizada por la izquierda española, y de hecho los principales enemigos del “pueblo” son ahora mismo Emilio Botín y Amancio Ortega, dos españoles hechos a sí mismos que ahora resultan ser sospechosos por haber salido airados de tan abultada crisis. En el caso de Ortega resulta increíble que con la de puestos de trabajo que crea se le denoste de semejante manera, pero la incredulidad desaparece cuando nombramos a esa actitud tan macabra y repugnante que es la envidia, una de la que es imperante deshacerse cuanto antes para poder seguir desplazándose hacia el lado positivo de la balanza.

Todo y que existe un problema de fondo aún más grave, y es esa separación geográfica que también comentaba; una por la cual el patriotismo ha pasado a mejor vida para ser reconocido, desde hace ya demasiados años, como un sentimiento de procedencia fascista, ligado a las águilas imperiales y a la Inquisición más extremista, y no como lo que realmente es, un sentimiento que puede mover a un país hacia la salvación económica. Porque el patriotismo, aparte de cómo un sentimiento que puede promulgar la unidad de un territorio, también puede funcionar en otras esferas, como en aquellas por las cuales terminaríamos denominándonos europeístas.

Imagínense entonces a una Europa unida, a una España que lo esté todavía más, a unas empresas nacionales en las que la envidia hacia el empresario no exista, en las que los trabajadores sientan pertenencia hacia lo que hacen, en las que se promulgue el individualismo, la compensación y la ambición por el trabajo bien hecho… mola, ¿eh? Pues así son los americanos… idealmente hablando, claro. El excepcionalismo americano tiene muchos puntos de análisis que han definido lo que es la nación estadounidense hoy en día; son aspectos, al fin y al cabo, que aquí hubiéramos sido incapaces de desarrollar vista nuestra turbulenta historia. Por tanto, y con tal de entender (vosotros, y espero que yo) las diferencias históricas que nos han hecho tan cazurros a nosotros y tan espectacularmente hábiles a ellos, dejaremos un cliffhanger bien bonito para el próximo episodio de esta pesimista y (espero) interesante columna.