sábado, 9 de abril de 2011

Los Madrid-Barça y los "te quiero"; tanto en común


Nunca he jugado un Madrid-Barça*, pero sí he estado enamorado. Y estoy seguro de que el subidón de epinefrina que siente un futbolista al saltar al césped de blanco o azulgrana y saber que enfrente espera el némesis, debe ser parecido, si no igual o incluso inferior, al que siente alguien cuando escucha un “te quiero” por primera vez. Un “te quiero” furtivo, sincero, inapelable. Un golpeo suave a la escuadra, donde no recordabas que llegara nadie.
Como quiera que sea que el espíritu humano es irreductiblemente animal y por ende combativo y competitivo, no son pocas las voces que claman contra la sobredosis de “partidos del siglo” que se nos viene en cima, dando por eliminados de antemano, eso sí, a Shakhtar y Tottenham en Champions. Un Madrid-Barça jamás puede ser aburrido, repetitivo, cansino, empalagoso. El miedo, me consta, se le tiene a los medios y a la cobertura (desbordada) que puedan ofrecer de estos cuatro choques en un margen en el que también puede dar tiempo a enamorarse (18 días).
También hay cenizos que pierden la fe y la esperanza en los los “te quiero”, aun cuando (y esto es sangrante) van dirigidos a ellos. Gente que, en todo caso, no es consciente de la fuerza desconocida que impulsa estas palabras, fuerza que está muy por encima de la costumbre. Dicen que cuando algo se repite con cierta frecuencia en un núcleo temporal corto, pierde espíritu, presencia y un puñado de sentido. Sinceramente, no creo que vaya a ocurrir esto con un partido así, igual que no ocurre con un “te quiero” desgarrador, al oído o de buenos días. Algo presente y voluntario, sea o no espontáneo.
Como dirían los estoicos, hay que ir partido a partido. Sí, está claro: tenemos miedo de malacostumbrarnos a entrecerrar los ojos para resistir al destello del mayor acontecimiento futbolístico del planeta a nivel de clubes. Que los mejores la toquen tanto y con tanta pasión tantas veces en tan poco tiempo no puede saciar a nadie, quizás sí cegar. El nervio y la pasión van a estar a flor de piel y en más de un sofá habrá que rendir cuentas en el tercer tiempo. Pero hasta la ceguera de un Clásico es comparable a la ceguera del amor. Llegan los Madrid-Barça, llega el “te quiero”, y por mucho que ambas cosas se repitan, su naturaleza es suficiente para que el hartazgo no sea un signo sino un síntoma. A menos que no te guste el fútbol… O no estés enamorado.
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*El orden de los factores no altera el producto. La primavera, en cambio, sí dicen que altera la sangre. Que ésta no corra…
@m_manero

3 comentarios:

  1. lo que debería de hacer es invitarse a unas putas que desde aquella vez con la madre de "anónmimo" estamos a dos velas.

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  2. Grande Mañero, no hagas caso de los trolls porque ya sabes la historia del tonto y el camino, que el camino se acaba pero el tonto siempre sigue

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  3. ¿en serio se siente lo mismo con un Madrid-Barça? yo es que no puedo comparar, nunca me han dicho te quiero.

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